martes, 19 de abril de 2016

La cordura de Soledad Gallego Díaz y la imbecilidad publicitaria

La voz sensata y reflexiva de Soledad Gallego Díaz destaca entre la maleza de opinadores con complejo de macho alfa o de madre superiora avinagrada. He escuchado con interés su opinión sobre la entrevista que hizo Jordi Évole el domingo pasado a Arnaldo Otegi.

Ni tiempo me ha dado a procesar la última palabra de Soledad Gallego. Sin solución de continuidad, un actor que representaba el papel de majadero ha publicitado las bondades de un coche diciendo algo así como que iba a llamar a sus hijos "wifi" o "wifo" o no sé qué memez.

El coche es de una marca alemana que presume de su germanidad en los anuncios. El contraste de la imbecilidad del anuncio con las palabras de Soledad Gallego son una verdadera metáfora de la civilización y la barbarie. En este caso, la barrera no la marca el "limes" con los pueblos bárbaros, sino la tendencia de tantos publicitarios a diseñar anuncios para descerebrados. Deben de divertirse mucho imaginando a un cliente potencial necio y ridículo. Ahí cobra sentido el uso de target, porque el personaje imbécil imaginado por ellos es una verdadera diana a la que le caen todos los dardos de los señoritos del casino, que matan el tiempo forjando la nueva imagen del tradicional tonto del pueblo.

La apelación a la racionalidad y la sensatez de la opinión de Soledad Gallego es la cara de una cadena de radio comercial; los anuncios de coches son la cruz de la búsqueda de ingresos para sostener la emisora. Lo que no se entiende es esa deriva publicitaria en la que unos creativos venden basura a una empresa que presume de seriedad mientras insulta burdamente la inteligencia y la dignidad de sus clientes potenciales.

Ah, sí. Es Opel.

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